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Grazalema

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Moros y Cristianos


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FIESTA DE MOROS Y CRISTIANOS

La fiesta de Moros y Cristianos llega a la Sierra de Cádiz en defensa del patrón de Benamahoma. La localidad de Benamahoma (Grazalema), cuyo nombre significa “Hijos de Mahoma” o “Casa de Muhammad” recrea el primer fin de semana de agosto la época en la que los ejércitos cristianos avanzaban reconquistando Al-Andalus y la dominación musulmana de la península daba sus últimos coletazos. Un festejo del siglo XVI que se celebra cada verano. Cuenta la leyenda que un príncipe árabe, huyendo de los cristianos se refugió en la sierra de Cádiz, y que le gustó tanto su verdor, las huertas y la abundancia de agua y vegetación, que le dio el nombre del profeta Mahoma, en árabe (Ibn-Mahommed hijos de Mahoma).

El primer fin de semana de agosto, esta aldea de unos 500 habitantes, situado en el Parque Natural Sierra de Grazalema, se convierte en una fiesta donde la custodia de San Antonio es el eje de todas las luchas entre moros y cristianos. La noche del viernes comienza la fiesta con la inauguración del alumbrado extraordinario, desfilan los bandos Moros y Cristianos por la calle Real hasta llegar a la plaza de Toros, donde se enfrentan las tropas y se presenta el Estandarte Moro y el Pendón Cristiano. A continuación la tradicional visita de los bandos a la Capilla y la colocación de los estandartes darán comienzo a tres días de fiestas y dejarán emplazados a ambos bandos para el día siguiente.



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CUERPO A CUERPO O CON EL TRABUCO

Las tradicionales luchas de moros y cristianos se celebrarán tanto el sábado como el domingo. Primero las luchas infantiles y al mediodía los mayores. El sábado las luchas comienzan en la parroquia y el domingo parten desde la capilla del santo patrón hasta el nacimiento de Benamahoma, donde tienen lugar la batalla final entre los dos Bandos y su hermanamiento con las aguas del manantial. Mientras va organizándose la procesión del Santo a la puerta de la Iglesia, los Moros se van situando estratégicamente por las calles del pueblo dispuestos al ataque. La procesión lleva a la cabeza el bando Cristiano con su capitán al frente, a continuación la Reina de la Fiesta. Tras un corto trayecto, el Bando Moro cierra el paso a la procesión con el propósito de adueñarse del Santo y su capitán se dirige a los Cristianos para comunicarle sus intenciones.

TODOS ESTOS encuentros armados van precedidos de parlamentos o embajadas en las que los jefes o capitanes recitan algunos textos que la tradición oral ha ido legando. En Benamahoma sin embargo no hay textos escritos y son muy pocas las frases que permanecen inalteradas con el paso del tiempo. Sólo permanecen las que han demostrado mayor aceptación por parte del público. El resto del diálogo es por improvisación, reduciéndose a frases desafiantes y provocadoras entre los capitanes con continuo cruce de insultos. De cualquier forma en Benamahoma las escenificaciones del enfrentamiento se basan en las luchas más que en la palabra y las provocaciones consiguen siempre el resultado esperado, ensalzándose los capitanes en peleas cuerpo a cuerpo que los bandos y sus componentes invitan hasta generalizar por las calles del pueblo el combate.

LA PRIMERA lucha se resuelve a favor del Bando Moro pero el Bando Cristiano seguirá hostigándolos para conseguir al Santo. Tras varias horas de lucha, el bando moro consigue la posesión de la imagen y lo introducen en una capilla levantada expresamente a este fin, si bien el interior de la capilla presenta los elementos arquitectónicos usuales de este tipo de construcciones, los del exterior simulan la fachada de una mezquita, presentando así una mezcla singular sólo explicada por la tradición festiva del lugar. El domingo, según la tradición, los moros parten con ventaja sobre los cristianos. Desde el día anterior, San Antonio de Padua, queda en su poder. La imagen del santo queda detrás de las filas moras y, frente a éstas, avanzan los cristianos. En este momento comienzan los enfrentamientos tanto con trabucos como en combates cuerpo a cuerpo, donde casi siempre se acaban desgarrando las vestimentas de lana del contrario.

Las luchas se suceden durante una hora y media a lo largo del recorrido de la procesión del patrón desde la pequeña ermita dedicada a San Antonio de Padua, que se halla en el centro del pueblo, hasta el “Nacimiento” del río. El desenlace de la batalla se escenifica a las afueras del pueblo, en una fuente conocida como “El Nacimiento”. Allí, tras dos días de sucesivas conquistas y reconquistas de la imagen de Santo, tiene lugar la lucha definitiva, la más larga y dura de toda la representación, donde los Cristianos matan a los moros y se adueñan de la imagen del patrón trasladándolo de nuevo a la ermita.

Respecto a los participantes, no existe un límite en el número de ellos en la lucha. De hecho hubo años en que solo aparecían tres o cuatro hombres por cada facción, mientras que en la actualidad son casi medio centenar los que se atavían para participar en la escenificación. Una vez acabado el enfrentamiento, lo mejor es acudir a la caseta donde aguarda una degustación gastronómica. Tampoco falta la suelta de vaquillas las tardes del sábado, domingo y lunes, y el premio al mejor disfraz en la calle.



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BAILES EN LA VERBENA HASTA LA MADRUGADA

Las noches terminan con bailes en la Verbena hasta la madrugada,. El lunes a la medianoche hay gran traca final y la entrega de trofeos de las diferentes competiciones en la caseta municipal, donde el baile continúa hasta la madrugada. El origen de estas fiestas parece encontrarse en Andalucía en forma de luchas festivas entre nobles y caballeros agrupados en dos bandos, moros y cristianos. Así lo confirma la referencia de una lucha festiva realizada en la ciudad de Jaén en 1463, con la intervención de un importante condestable.

Posteriormente, en el siglo XVIII, la representación va pasando de la nobleza al pueblo, y de la ciudad a las aldeas, institucionalizándose en fechas fijas y periódicas ligadas a la festividad de los patrones.


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