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Quién le iba a decir a Paco de Lucía, aquel chiquillo de la postguerra, que las puertas del Teatro Real de Madrid se abrirían para él, que le buscaría Woody Allen o que innovaría el flamenco como nadie lo había hecho.
Nació en Algeciras en 1947 y su ciudad natal le rinde homenaje con una ruta que transcurre por los lugares en los que nació, vivió su infancia y marcaron la vida de este guitarrista único y universal, premio Príncipe de Asturias de las Artes y Doctor Honoris Causa por el Berklee College of Music de Boston.
Su vida -y la ruta- comienza en la calle San Francisco donde nació y vivió hasta los cinco años, pasando por la calle Munición, entonces plagada de bares en los que actuaba su padre. El maestro la inmortalizó en el disco Luzia –con unas alegrías- para su madre.
En la calle Munición, los señoritos de Algeciras organizaban saraos que se prolongaban días. Un ambiente que a su padre no le gustaba, pero que le permitía cobrar “un duro, el vino y las tapas”; un complemento que unía los ingresos del puesto que Antonio Sánchez regentaba en la plaza. “Paco de Lucía recordaba con pavor la madrugada que siendo un niño –explica la ruta- vio a su padre regresar llorando porque un señorito en una juerga, le había roto la guitarra de una patada”.
Quien se iba a imaginar entonces, que llevaría el flamenco a la escena internacional -sin que perdiera sus raíces-, lo dotaría de prestigio y que sus temas aparecerían en obras de directores tan prestigiosos como Woody Allen.
La ruta continúa por la histórica sala de plenos del Ayuntamiento que en 1998 lo nombró Hijo Predilecto y en donde también se instaló en 2014 su capilla ardiente.
La plaza Alta también está en el itinerario, el lugar más emblemático de Algeciras y al que Paco de Lucía le dedica una soleá en el álbum Almoraima. En su infancia era la plaza donde jugaban los chiquillos y paseaban sus mayores, muy cercana a la calle Muro, título también de una minera del disco Siroco (1987).
No podía faltar el mercado de abastos –“la plaza” para los algecireños- “donde el padre de Paco tenía un puesto de telas y quincalla en el que sus hijos pasaban las horas haciendo caligrafía o aprendiendo a hacer las cuentas, mientras que su padre despachaba el género”.
El Chorruelo es otra de las bulerías más reconocidas de Paco de Lucía, en nombre de la playa algecireña que se encontraba enfrente del Reina Cristina, “un hotel de lujo –entonces el más caro de España- en el que se alojaban huéspedes ilustres del cine americano, la política inglesa y la nobleza española”.
Paco de Lucía, que era un chaval se quedaba boquiabierto cuando su hermano Antonio que trabajaba allí, le contaba las historias de ese mundillo tan exótico, tan cercano y a la vez tan distante.
Continuando la línea de costa hacia la playa de Getares, se llega al monumento que le levantó su tierra natal, obra del escultor Nacho Falgueras.
La trayectoria de Paco de Lucía “está llena de aportaciones al flamenco, alcanzó la perfección de la afinación y el compás a dúo con Camarón, introdujo el cajón peruano en el flamenco (que quedará ya para siempre como percusión inseparable de tablaos y recitales) creó la banda flamenca (…)”. Y también fusionó el flamenco con el jazz, con la bossa nova y con la música clásica. Una trayectoria rica y fascinante, pero que siempre llevó con humildad.
“Punta del faro” es otro de los lugares imprescindibles; “puede hacerse uno a la idea de cómo la fuerza del paisaje pudo influir tanto en la obra de Paco de Lucía. La ensenada de Getares, la vieja ballenera después, los arroyos que vierten en la Bahía y, por fin, el faro, desde el que se divisan ya las costas del África blanca. Al oeste, el Atlántico frío, peligroso, ruta al Nuevo Mundo. Al este, el cálido Mediterráneo, griego, romano…”.
La guía explica que “a eso se refería el guitarrista cuando compuso en 1973 Entre dos aguas, un tema improvisado, que llegó a ser número de uno en ventas en España, que le acercó al gran público y le dio reconocimiento internacional, propiciando que en 1975 el Teatro Real de Madrid abriera las puertas del flamenco y a su guitarra, en un concierto que hizo historia”.
Punta del Faro también es el nombre que unas bulerías que los aficionados consideran uno de sus mejores temas.
También junto al mar se encuentra otro de los imprescindibles de la Ruta “Paco de Lucía”: la Casa Bernardo, título de una rumba y un chiringuito de la playa del Rinconcillo, donde el maestro tenía su casa de playa y disfrutaba desde la infancia con sus amigos de siempre.
El río de la Miel nace en la sierra de la Luna y recorre un frondoso valle de alcornocales, alisos y helechos. Una reliquia de esa Algeciras originaria, la Isla Verde, Al-Yazirat al-Hadra.
Río de la Miel es otra de las bulerías incluidas en Luzia, maravillado el artista por “un paisaje verde, fresco, jalonado de ruinas de molino, restos de calzada, puentes de hechura medieval y grandes pozas y cascadas de agua fresca”.
Premio Príncipe de Asturias de las Artes, dos Grammy Latinos, son algunos de los reconocimientos que recibió el artista, que grabó 37 discos en los que se puede comprobar cómo su ciudad y sus vivencias le sirvieron de inspiración durante toda su trayectoria.
Paco de Lucía descansa en el patio de San José del viejo cementerio de Algeciras, donde nunca faltan las flores “de quienes quedaron fascinados por su música en algún lugar del mundo”.
“La Búsqueda”, la película que Curro Sánchez Varela ha realizado sobre la vida de su padre, se ha alzado con el Goya al mejor documental en 2015 de la Academia de las Artes y de las Ciencias Cinematográficas de España.